Cruce de frontera de Ecuador a Perú por la Balsa

La mayoría de viajeros que cruzan la frontera entre Ecuador y Perú por vía terrestre optan por el paso de Tumbes, ya que la carretera que bordea la costa está mejor comunicada a través de una carretera asfaltada. En este post queremos incentivar uno de los pasos menos transitados, la Balsa, ya que además de atravesar unos parajes excepcionales, comunica dos de las zonas que más nos han gustado de Ecuador y Perú: Vilcabamba en la parte ecuatoriana y Chachapoyas en la peruana.

Tras pasar un par de semanas en el tranquilo pueblo de Vilcabamba con Carlos y Eva, nuestros amigos de Xino-Xano, nos dispusimos a pasar la frontera para ir hacia la zona de Chachapoyas. La primera vez que viajamos por Perú tuvimos que cruzar el norte del país con prisas y únicamente pudimos conocer algunos lugares de la costa, así que queríamos volver a Perú, sobretodo, para conocer esta zona repleta de lugares arqueológicos y naturales de interés.

El paso más directo para llegar hasta Chachapoyas desde la provincia de Loja es el de Zumba y la Balsa. Pero también se trata del más aislado y con peores infraestructuras viales. Habíamos leído sobre la experiencia de otros viajeros que habían tenido algunos problemas con los tramos no asfaltados por la lluvia y los derrumbes, así que teníamos nuestras dudas, pero finalmente decidimos arriesgarnos para evitarnos hacer una mayor vuelta.

Finalmente, la decisión fue un gran acierto. No sólo nos ahorramos un buen puñado de kilómetros, sino que recorrimos una de las carreteras más impresionantes de este viaje por Sudamérica. Aunque el trayecto no estuvo exento de sustos. Viajar con una kombi del año 77 y otra del 95 con cerca 300.000 kilómetros siempre viene acompañado de alguna sorpresa.

Después de recorrer 74 kilómetros por carretera asfaltada llegamos a Palanda, donde ya nos habían avisado que empezaba la pista de arena. Teníamos por delante 67 kilómetros de subidas y bajadas sin asfaltar hasta llegar a la Balsa, en la frontera con Perú.

Apenas habíamos avanzado un cuarto de hora por una subida que bordea un impresionante cañón cuando paramos para hacer algunas fotografías de la zigzagueante carretera paralela al río. Cuando quisimos retomar la ruta, la Kukis, la kombi de Carlos y Eva, se negó a continuar.

Carlos se tiró debajo de la Kukis y estuvo cerca de una hora investigando las causas de la avería sin demasiado éxito. Cuando ya nos veíamos buscando una grúa al pueblo o pernoctando en un lado de la carretera, las nuevas tecnologías dieron sus frutos. Siguiendo las instrucciones que Eva le iba leyendo en un manual descargado en su tablet, Carlos acabo arrancando su kombi. Podíamos proseguir el viaje.

Seguimos avanzando, internándonos en la naturaleza exultante de esta zona de los Andes, hasta que llegamos a la cuesta que sube hasta Zumba. Había lloviznado, de manera que la carretera estaba mojada y se habían formado algunos charcos. También nos encontramos algún derrumbe puntual, pero nada serio, así que seguimos nuestro camino por una subida bastante fuerte hasta llegar a Zumba para pasar la noche.

Al día siguiente, Carlos terminó de arreglar la Kukis i seguimos avanzando bajo una lluvia intensa que no impidió que prosiguiéramos nuestro camino. De hecho, llegamos a la conclusión que el tramo que puede ser más complicado sería la subida hasta Zumba, en el caso de que haya llovido fuertemente.

En total, son 67 kilómetros de carretera no asfaltada que se pueden realizar sin problemas con cualquier tipo de vehículo siempre que no haya lluvias torrenciales que pudieran complicar el estado de la carretera, teniendo en cuenta que, además, actualmente hay un servicio regular de mantenimiento de la vía que se encarga de retirar derrumbes y mantener el firme.

Finalmente, llegamos al puesto de control de la Balsa hacia las 11 de la mañana. Varios viajeros nos habían asegurado que se trata de una aduana aislada donde no convenía llegar a la hora del almuerzo porque no encontrabas a nadie. También nos comentaron que podíamos tener dificultades para sacar el permiso de importación temporal del vehículo, ya que no contaban con un sistema informatizado.

No obstante, nuestra experiencia fue todo lo contrario. Los funcionarios nos atendieron muy amablemente. Nos hicieron todos los papeles de forma eficaz y salimos al cabo de unos minutos con todo en regla. En la aduana peruana, los trámites se alargaron un poco más para tramitar el permiso del vehículo, pero nos lo hicieron también sin más dificultades.

Conclusión. Si quieren viajar de Loja a Chachapoyas o viceversa, no duden en tomar el paso de la Balsa e intenten llegar por la mañana o después de las 15 horas, cuando termina la hora del almuerzo. En el caso que no cuenten con un vehículo 4×4, únicamente desaconsejamos este paso si las lluvias son intensas. En caso contrario. Vayan y disfruten del espectáculo natural.

Lee también la visión de Xino-Xano sobre el paso a Perú

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