Dónde dormir en camper en Cartagena, Colombia

En Cartagena de Indias encontramos un lugar ideal donde dormir y descansar con tu furgo o vehículo camper: el Laguito, un auténtico furgoperfecto a orillas del Caribe de Colombia. Situado en la bahía de Bocagrande, en el extremo oeste de la ciudad, acostumbra a estar frecuentado por viajeros, cuenta con sombra y es seguro por encontrarse en frente del hotel Hilton, donde nos proveyeron de agua en nuestra estancia de cinco días.

Abro un ojo y miro a mi alrededor. El sol entra por la ventana del segundo piso de la Saioneta. Es increíble cómo se siente de amplia la furgo cuando está con el techo alzado. Marta sigue dormida en el lado izquierdo de la cama, así que abro la puerta lateral para que entre algo más de aire fresco, y vuelvo a cerrar el ojo que había abierto, decidido a despertarme al ritmo que me indique el cuerpo, o dicho con otras palabras, cuando me plazca.

Afuera, el canto de los pájaros delata el inicio de un nuevo día en el Laguito, el patio de nuestro hogar durante los últimos cinco días. Cuando llegamos a Cartagena veníamos decididos a pasar un día, grabar el centro de la ciudad, encontrar algún lugar donde pasar la noche y levantarnos temprano para seguir nuestra ruta hacia Ecuador. Hasta que descubrimos este rincón resguardado del sol por la sombra de los almendros, bañado por las aguas de un pequeño lago y con el mar Caribe a unos pocos pasos de distancia.

Escucho la voz de alguno de nuestros vecinos, que ya se ha despertado. Nos ponemos los trajes de baño, saludamos a nuestros nuevos amigos y tomamos el camino de la playa. Nos cruzamos con un chico extranjero que ha salido a correr, probablemente del hotel Hilton, situado del otro lado de la barrera de alambre que tenemos detrás de la furgoneta.

Tras un buen baño revitalizante, sacamos el grifo de la Saioneta y nos duchamos al aire libre, ante la mirada de un vendedor de sandías. No parece especialmente sorprendido. No somos los primeros viajeros que paramos en este oasis situado en plena ciudad de Cartagena, ni tampoco seremos los últimos. Terminamos de ducharnos, nos cambiamos y salimos a desayunar a la mesa comunitaria situada a unos metros de la furgo, con los cinco vehículos de los viajeros que hemos ido llegando situados a su alrededor en forma de círculo imperfecto.

En estos cinco días, hemos formado una variopinta comunidad con una pareja franco-argentina que viaja en un antiguo bus de línea de Buenos Aires y otros tantos viajeros que recorren América en kombi: un canadiense, unos chicos de la República Checa y otra pareja formada por un guatemalteco y una estadounidense cuya vida ha estado siempre ligada a las furgonetas Volkswagen. La magia del lugar y la buena sintonía con este grupo de viajeros nos ha anclado entre las raíces de los almendros, sintiendo de nuevo el placer de recorrer el mundo en un vehículo vivienda.

Desde la primera noche, la pasión por viajar y también la música crearon un estrecho vínculo entre los miembros de esta efímera comunidad. Cuando el sol se fue desvaneciendo, sacamos cada uno nuestros instrumentos musicales y empezamos a tocar. De las kombis y del autobús vivienda empezaron a salir más y más instrumentos de percusión: tambores, cajas, maracas… y nos sumergimos en el más antiguo de los lenguajes que conoció el mundo.

El segundo día desde nuestra llegada decidimos que el sábado saldríamos a tocar al centro de Cartagena de Indias, acompañados por la actuación de la pareja checa: el Mago Levitador. Durante dos horas tocamos la percusión para invocar los poderes del mago y ofrecimos un concierto con Marta a la melódica y yo a la guitarra con el acompañamiento de lujo de toda la banda percusiva, siempre con el Mago Levitador en frente. Fue una noche inolvidable, que confirmó la magia de este rincón ocupado por viajeros motorizados llegados de todas partes del mundo.

La comunidad viajera del Laguito, Cartagena

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