La vaca es uno de los animales más sagrados del hinduísmo y es habitual encontrárselas paseando libremente por las calles de Benarés y de la mayoría de pueblos y ciudades de la India.
Las vacas, y también los búfalos, hacen suyos los templos y las escaleras que bajan hasta el Ganges en la ciudad sagrada. Se mezclan entre los hindús y los visitantes en las celebraciones al aire libre y acompañan también a los familiares de los muertos en los rutos funerarios al lado del río. La aceptación y veneración hacia las vacas en la vida cotidiana de los hindús se puede explicar desde un punto de vista simbólico, pero también desde un punto de vista bien práctico.
La religión hindú considera que la vaca es la madre de la humanidad y compara su muerte con la de la propia madre. Además, una de las características del hinduísmo es un respeto profundo hacia los animales y hacia todos los seres vivos.
Desde el punto de vista más práctico, además de aportar alimento, a través de la leche, los hindús valoran mucho los excrementos de la vaca, que utilizan como combustible y como material para la construcción.