Islas de los Uros: Realidad o ficción

Los tours a las islas de los Uros van acompañados de toda una polémica sobre la autenticidad de las historias que nos cuentan los habitantes que nos acogen en sus flotantes hogares de totora anclados en el lago Titicaca. ¿Qué tienen de realidad y qué tienen de ficción las visitas a las islas de los Uros? En este post intentaremos dar respuesta a las preguntas que se hará cualquier viajero que llegue hasta aquí queriendo conocer la auténtica realidad del lugar.

https://youtu.be/g6PM_l0WNf8

A todos los aficionados a los viajes nos debe de haber sucedido en alguna ocasión. Llegas hasta un bello rincón del mundo cuya entrada está custodiada por decenas de agencias de viajes que te prometen una experiencia inolvidable. Tras consultar los precios en varias de ellas escoges la que te da mayor credibilidad y finalmente te embarcas en un viaje sin vuelta atrás en el que sientes que están intentando convencerte de una realidad manipulada para venderte un producto que no te interesa comprar.

En los dos últimos años hemos visitado las islas de los Uros en dos ocasiones, con resultados dispares. La primera vez sentimos exactamente la sensación que señalaba anteriormente: haber entrado en un circo turístico con ilusionistas actuando en un escenario mal montado. La segunda, que tuvo lugar hace tan sólo unos días, marchamos convencidos de que todavía se pueden vivir algunas sensaciones reales en el territorio de los Uros, y satisfechos de habernos dado una segunda oportunidad.

Una de las islas flotantes de camino a Taquile
Una de las islas flotantes de camino a Taquile, en nuestra primera visita al lago Titi-Caca.

En nuestra primera visita al lago Titicaca optamos por contratar un tour de día entero que nos llevaría a una de las islas flotantes de los Uros para después llegar hasta la isla de Taquile. Tras más de una hora de navegación por el lago navegable más alto del mundo llegamos hasta un punto en medio de la nada. Los intensos tonos amarillos de la totora destacaban entre las oscuras aguas del lago y cuatro casitas fabricadas con el mismo junco se elevaban tímidamente con sus tejados triangulares.

Un hombre ataviado con un gorro andino y un grupo de mujeres con vestidos coloridos vino a darnos a bienvenida con un efusivo kumisaraki, ‘¿qué tal?’ en Aymara, la principal lengua adoptada por los habitantes de las islas de totora tras la práctica desaparición de su idioma autóctono a mediados del siglo pasado. El guía que nos acompañaba nos indicó que para contestar ‘bien’ debíamos replicar waliki. Y de esta manera, aprendiendo nuestras dos primeras palabras en aymara, entramos en la isla de totora.

Mostrando el proceso de construcción de las islas de los Uros
Mostrando el proceso de construcción de las islas de los Uros

Nuestro entusiasmo inicial se fue desvaneciendo conforme fuimos descubriendo el lugar. Nada más poner un pie en la isla, las señoras montaron sus estructuras con artesanías, mientras que el hombre que nos había recibido nos dio algunas explicaciones sobre la construcción de las islas flotantes con unas representaciones en miniatura de las casitas y los personajes que las habitan. También nos aseguró que ellos vivían allí de forma permanente, desarrollando las mismas actividades que sus ancestros: la pesca, la caza de aves y la recolección de huevos y totora.

Tras dar una vuelta por la minúscula isla no nos costó darnos cuenta de que difícilmente podía estar habitada. La mayoría de las casitas estaban prácticamente vacías o bien ocupadas por muebles poco prácticos, como una especie de sofá con forma de barca de totora que ocupaba la mitad de la vivienda. En los alrededores tampoco había síntomas de habitabilidad, como ropa tendida, cacerolas u otros utensilios para cocinar.

Los habitantes de una de las islas de los Uros nos da la bienvenida
Los habitantes de una de las islas de los Uros nos da la bienvenida

Después de animarnos a comprarles artesanías, nos dieron la opción -la única opción, de hecho- de subirnos a una de las barcas de totora para dar un paseo por el lago, pagando un extra de 10 soles (unos 3 dólares) por el servicio. Aproveché para preguntarle a nuestro anfitrión si realmente vivían en la isla de forma permanente y únicamente recibí respuestas afirmativas.

Cuando finalmente tomamos de nuevo la barca con la que habíamos llegado para continuar el viaje hacia Taquile, las señoras nos despidieron cantándonos varias canciones. Mientras zarpábamos ibámos escuchando de fondo el estribillo desafinado del hit de los años 80 ‘Vamos a la playa oh oh oh’, ante mi asombro y mi decepción por vivir una farsa tan evidente, una teatralización que pretendían hacer pasar por realidad.

Las islas flotantes de los Uros desde el aire
Las islas flotantes de los Uros desde el aire.

La realidad es que actualmente la zona peruana del lago Titicaca alberga cerca de un centenar de islas de totora con unos 2.200 habitantes. La población fue en declive en el siglo XX, durante el cual el aymara fue desplazando el idioma de los uros hasta convertirlo en una lengua extinta. Pero en las últimas décadas, el incremento del turismo en Puno suposo un renacer de los uros, que empezaron a visibilizarse de nuevo como pueblo originario.

La mayoría de las islas de los uros que se encuentran en la bahía de Puno se dedican exclusivamente al turismo, desplazando de esta manera las actividades tradicionales de este pueblo, mientras que para encontrar las comunidades que siguen viviendo de la pesca, la caza y la recolección tendríamos que desplazarnos hasta las islas más alejadas de Puno.

Entre los que se dedican al turismo, algunos de ellos viven en tierra firme, desplazándose a las islas flotantes para mobilizar a los turistas o para mostrarles el estilo de vida tradicional de los uros, mientras que otros viven de forma permanente en las islas. En ambos casos se ofrece una oferta turística similar: explicación sobre la historia, las tradiciones y las construcciones de los uros, oferta de artesanía y paseo en la barca de totora. No obstante, hay una diferencia entre unos y otros. Si bien hay algo de teatralización en ambas, en las segundas no te mienten cuando te dicen que viven de forma permanente, y eso se nota.

En nuestro segunda visita al Titicaca tuvimos la suerte de llegar hasta una de estas islas de los Uros turísticas pero a la vez habitadas, la comunidad de Suma Tika. Y digo que tuvimos la suerte porque compramos un ticket que te da acceso a dos islas. La segunda es donde llegan todos los turistas, donde pueden quedarse a almorzar y comprar más artesanías, mientras que la primera no sabes cual será. Va cambiando según el día para rotar las visitas de los visitantes en las diferentes islas turísticas.

La comunidad de Suma Tika
La comunidad de Suma Tika.

Después de recibir el ya conocido saludo aymara, kumisaraki, y de eschuchar la explicación del presidente de la comunidad, Orlando, me senté a conversar con él para conocer algo más sobre su estilo de vida. Orlando nos comentó que, si bien llevan un tiempo dedicándose exclusivamente al turismo, toda la comunidad vive en la isla flotante, recibiendo sus ingresos de la llegada de turistas y la venta de artesanías.

También nos explicó que sus hijos van cada día en barca hasta la escuela, que se encuentra en una isla flotante a unos 20 minutos de distancia. Nos comentó también sobre la existencia de un centro de salud y nos invitó a entrar en su casa, donde vimos un panorama muy distinto al que habíamos visto dos años atrás. Una cama hecha con totora y con mantas encima, unas placas solares instaladas que dan luz a la casa, un televisor y cantidad de ropa. También en el exterior vimos ropa tendida al sol y los niños correteando por la isla.

Isla flotante con restaurantes y tiendas
Isla flotante de los Uros con restaurantes y tiendas.

Cuando abandonamos la comunidad, Orlando nos brindó la posibilidad de pasar más tiempo con ellos, en una estancia que incluye pasar la noche en la comunidad, ir a conocer instalaciones como la escuela o el centro de salud y salir a pescar el almuerzo. Salí hacia la segunda isla flotante con ganas de compartir más tiempo con Orlando y su comunidad. Y en unos minutos llegamos a la más turística de las islas, con un restaurante, mirador y estatuas en forma de cóndor que te dan la bienvenida.

A pesar de haber vivido una experiencia bien turística, lejos del estilo de vida tradicional de los uros, esta vez marcho del Titicaca con la sensación de haberme acercado un poco más a la realidad de los uros, aunque se trate de una realidad turística, ya que finalmente el turismo de masas  siempre acaba transformando la realidad. Y evidentemente el caso de los Uros no es una excepción, sino más bien el paradigma, la confirmación de este hecho.

La comunidad de Suma Tika

Tal vez la próxima vez que visite el Titicaca llamaré a Orlando para pasar dos días con su comunidad y tendré la opción de conocer un poco más sobre el estilo de vida actual de los uros que viven en la bahía de Puno. O tal vez buscaré quien me lleve hasta las islas de totora más alejadas para acercarme hasta los uros que siguen viviendo de la forma tradicional: pescando, cazando aves y recolectando totora y huevos.

Cómo visitar las islas de los Uros

Por las experiencias que hemos tenido, la información que hemos recabado y los testimonios de otros viajeros que hemos recogido, habría diversas maneras de llegar hasta las islas de los Uros.

  1. Pagar una barca regular a las islas de los Uros más cercanas. Es la opción más económica, pero no te permite decidir las islas que quieres visitar. Te da opción a visitar una isla flotante -la que toque según el viaje- durante aproximadamente una hora y después te dejan en una isla bien turística con servicio de restaurante.
  2. Contratar un tour en una agencia de viajes. Es la opción más cómoda, pero tampoco te permite decidir las islas flotantes que quieres visitar. Se puede conseguir un tour a las islas de los uros desde unos 20 soles (6 dólares), si bien hay empresas que cobran hasta 14 dólares. El tour a los Uros es de medio día, pero se puede combinar con la isla de Taquile (1 día) o con Amantani y Taquile (2 días y una noche).
  3. Contratar un tour privado. Esta opción te da la posibilidad de llegar hasta las islas no turísticas, pudiendo decidir dónde quieres que te lleven, pero se trata de un tour caro. En el muelle preguntamos a uno de los capitanes y nos pedía 200 soles (60 dólares) por una mañana y 400 soles (120 dólares) para pasar todo el día y llegar hasta Amantani. El precio es por la barca entera, no por persona. Algunas agencias ofrecen también esta opción a precios mayores.
  4. Consultar a los capitanes de las barcas que llegan al muelle de Puno con gente local y pedir que te lleven a las islas no turísticas. Si eres de los que no quiere pasar por una experiencia turística, siempre hay la opción de plantarse en el muelle y ver si hay la opción de viajar con la gente local a conocer la realidad de las islas de los Uros no turísticas. Personalmente, no hemos tomado esta opción, pero sí conocemos otros viajeros que así lo han hecho y nos parece bien interesante.

Si queréis saber qué otros lugares visitamos de Bolivia, aquí os dejamos este listado.

Galeria fotográfica de las islas de los Uros

Fuentes consultadas

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